Posiblemente, Villa de Leyva, es uno de los primeros destinos que se visitan cuando uno vive en Bogotá como es mi caso. Pero el conocer ya esta ciudad no es motivo para no volver a pasar por allí en el Festival de Luces.
Originalmente esta festividad, que se celebra la noche del 7 al 8 de Diciembre, estaba dedicada a la Inmaculada, y consistía en velar durante la noche a la virgen, de ahí la necesidad de alumbrarse con velas. En Villa de Leyva sin embargo, desde la década de los 80 se le dio un carácter peculiar a esta noche, con intención de atraer más público. Durante estos días se disfruta de una mágica noche con toda suerte de juegos pirotécnicos.
Un espectáculo digno de ver, en especial por el enclave donde se lleva a cabo. Pero en mi caso además, pude satisfacer esa ilusión casi infantil, de ver en vivo y en directo, a pocos metros de distancia, cómo los maestros de este arte hacen alarde de su habilidad para coordinarse y crear un juego de luces fascinante. Al llevarse a cabo en la plaza principal el encendido de los cohetes, es posible apreciar en primera fila cómo se desarrolla todo, a mí me pareció un espectáculo increíble, sin duda, pero quizás no piensen igual aquellos con cierta sensibilidad a los ruidos fuertes o quienes tengan miedo a que pueda fallar uno de los cohetes.
Lógicamente, cuánto más cerca está uno de los fuegos, más probabilidades hay de acabar con algún resto de cohete en el pelo o los ojos. Puede resultar molesto después de un rato, así que es mejor llevar unas gafas o algo para proteger los ojos; en cuanto al pelo, nada que no solvente una ducha.
Siempre me ha resultado divertido ver en televisión al público de un partido de tenis, todos moviendo las cabezas de un lado al otro persiguiendo la pelota. Pero si uno deja por un momento de ver los fuegos artificiales, la escena no es muy diversa, montones de cabezas mirando al mismo sitio, muchas bocas abiertas al mismo tiempo, y cada pocos segundos, gente que trata de quitarse de encima esos restos de cohete que acaba de estallar.
Todo ello sin olvidar que, como cualquier ciudad Colombiana, Villa de Leyva llena ya por esas fechas sus calles y plazas con la iluminación propia de Navidad. Así que, acompañando a las miles de velitas que lucen en las calles, las bombillas completan la escena alumbrando los lugares más recónditos.
Respecto al alojamiento, existen alternativas para todos los gustos y bolsillos. Esos días se habilitan solares para poder acampar en ellos, pero si nuestro presupuesto nos lo permite, son muchos los hostales, albergues, hoteles boutique… disponibles al alcance del visitante.
Y como fin a la noche, la mejor opción es desayunar en uno de los lugares más conocidos de la localidad. Basta con preguntar a cualquiera de allí si puede indicarnos donde está “la panadería del francés” o “la panadería francesa”. Os dejo qué vosotros mismos descubráis sus especialidades.
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