Siguiendo con mi afición a conocer toda fiesta regional y de interés turístico, en esta ocasión he hecho caso a los consejos de amigos y el destino ha sido la Feria de las Flores de Medellín. Ya de por sí todo colombiano que se precie habla de lo cuidada que se encuentra la ciudad, su belleza y cómo subsana alguno de los problemas que se pueden ver en la capital de Colombia, así que esta era la ocasión para conocerla.
Como disponíamos sólo del fin de semana para disfrutar de la fiesta hemos tenido que elegir entre los muchos planes que se organizan esos días. Por suerte la alfombra de flores situada en un conocido centro comercial de la ciudad quedaba cerca de nuestro alojamiento así que ese fue nuestro primer paseo. Una preciosa composición (eso sí, muy barroca) que se ve mejor según se va subiendo por las plantas del edificio, realmente digno de ver sobretodo si no nos encontramos muy lejos.
El sábado nos habían recomendado subir hasta Santa Helena, un pequeño pueblo situado a una hora de Medellín que cierra sus carreteras a casi todo el tráfico rodado, salvo busetas de línea y alguna que otra excursión de turistas. Lo interesante de ese paseo es poder ver alguna finca donde los silleteros cultivan ciertas flores que van a poner en la silleta y verles prepararlas, una tarea que se alargar hasta muy altas horas de la noche en un ambiente muy familiar y acogedor, en el que pariente o amigos también prestan ayuda seleccionando las flores y pegándolas al soporte o sencillamente preparando algo de comer. Este pueblo y sus alrededores además se llenan de fiesta, música, turistas (en su mayoría locales) y gente con muchas ganas de un día de fiesta, botella del famoso aguardiente (guaro) en mano y sombrero para protegerse del sol. Lo que hubiera sido útil tener en cuenta es que Santa Helena está 1000 m por encima de Medellín, lo que en un país como Colombia significa un cambio de temperatura de varios grados, y eso sin un jersey de repuesto significa acabar tiritando al final de la noche, ¡lección aprendida!
La vena de arquitecta tenía que salir en algún momento, y cuando vimos que la mañana del domingo teníamos tiempo para hacer cosas antes del famoso desfile de los silleteros, fuimos a ver el orquideorama, una conocida obra que además albergaba la exposición de «orquídeas, pájaros y flores». No sólo el escenario me encantó, sino que la variedad de orquídeas que se exponían allí era incontable, y preciosas las distintas decoraciones hechas con tipos de flores muy distintos. Resultó todo un acierto esa visita, hasta tuvimos que salir antes de lo que queríamos para llegar con tiempo al desfile.
Lo cierto es que el desfile fue el broche perfecto al fin de semana. Personalmente creía que iba a tratarse de una cosa de poca duración (no más de una hora) en la que solo veríamos silleteros. Fue una gran sorpresa cuando empezamos a ver pasar todo tipo de personajes, desde policías, acróbatas, bailarines, jinetes, hasta representantes de obras en la misma calle, sin olvidar el famoso Jeep Willys protagonista de la zona cafetera. Pero cuando pasaban los silleteros eran sin duda los mejores momentos; divididos en ganadores, finalistas y participantes de los cuatro tipos de silletas (tradicional, monumental, comercial y emblemática), era apabullante ver como cargaban a sus espaldas con esas increíbles estructuras cubiertas de flores, tanto adultos como niños.
Al haber ido el día anterior a Santa Helena, tuvimos la suerte de conocer algunas de las normas que tenían los silleteros para participar, ya que la vestimenta está regulada para todos ellos, así como las dimensiones de las silletas de cada categoría, y en alguna de ellas incluso el número mínimo de tipos de flores que deben usar. Por ejemplo la silleta tradicional debe tener entre 18 y 25 tipos de flores diferentes, mientras que las emblemáticas no pueden tener menos de 50; de igual forma no se permite que las flores estén pintadas salvo en las silletas comerciales. Por otro lado, aunque las dimensiones de las silletas están también reguladas en algunas de ellas (la monumental debe medir entre 1.8 m y 2.2 m) el peso es algo que se deja a elección de cada uno, lo que hace que algunos excedan el límite de lo que son capaces de cargar y requieran ayuda en ocasiones de hasta tres personas.
Además de esta demostración de fuerza, aguante y creatividad, para mí uno de los mejores momentos era cuando, al paso de los silleteros, además de disfrutar de la sorprendente estampa, el aire empezaba a llenarse de aroma a flores y no se iba hasta un buen rato después de que hubieran pasado los protagonistas.
No me cabe la menor duda de que el año que viene intentaré repetir el viaje, se lo recomiendo a todo el que pueda ir.
Para consuelo de los que no puedan viajar a Medellín en las fechas de la Feria, en la población de Santa Helena, cada segundo sábado de mes puede disfrutarse de una demostración sobre cómo se hace una silleta en la plaza principal, evidentemente no es lo mismo que acudir a la fiesta pero siempre puede resultar una actividad interesante.
Como dato histórico el origen de las silletas se remonta a la época en que los habitantes de Santa Helena bajaban hasta Medellín a vender sus productos de la huerta y flores. Al no disponer la mayoría en aquella época de animales de carga, o vehículos, se cargaban a la espalda dichos enseres sobre una silleta tradicional (la que tiene forma cuadrada) y se dirigían a la capital a través de las montañas que la rodean.
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