Una de las comunidades menos conocidas del territorio español que sin embargo está logrando atraer a un buen número de visitantes gracias al turismo enológico, y a su hermoso paisaje.
Ni que decir tiene que cualquier época es buena para disfrutar de La Rioja, pero después de haber viajado por la zona, no puedo más que recomendar una vista en Otoño. En esos días del año, las distintas cepas de uva cambian de color y pierden sus hojas, pero no todas al mismo tiempo por tratarse de especies distintas, es por eso que puede disfrutarse de paisajes con una increíble mezcla de verdes, amarillos, rojos y marrones.
Hay muchas bodegas que realizan visitas por lo que en el viaje podemos aprender alguno de los secretos de la elaboración del vino y ¿por qué no? catarlo.
Personalmente me encantan los viajes en coche, pues creo que es la mejor forma de disfrutar del entorno, pudiendo parar en cualquier sitio que nos resulte interesante o cambiando ruta por el simple placer de deleitarnos con un paisaje a la vez que podemos pasar velozmente por aquello que consideremos menos importante. Los caminos riojanos en este aspecto son de lo más interesante, por ellos nos encontramos vides, rapaces salvajes, pueblecitos con encanto, siembras de espárragos, bandadas de mirlos…
En nuestro caso, el viaje acabó en Villoslada de Cameros, un pequeño pueblo a la orilla del río donde casas, animales de granja, vegetación y diversos personajes nos reciben por unas calles ya no tan habitadas como antiguamente, pero con el mismo encanto, el lugar ideal para despejarse. Os aconsejo una visita a este o cualquier otra aldea de la zona.