Uno de los mejores momentos que recuerdo de cuando era pequeña eran esas tardes en el sofá con mi padre disfrutando del único programa que realmente le gustaba y se sentaba a ver en la televisión, “El hombre y la Tierra”, realizado por Félix Rodríguez de la Fuente y del que casi toda mi generación conoce la inconfundible melodía.
Es difícil tener cerca a alguien tan observador de la naturaleza y no contagiarte de ello. Aprender desde muy pequeña que un tipo de pico en las aves significa que comen grano, insectos, peces, o que cazan otras aves. El vivir en un pueblo de Andalucía con la naturaleza tan cerca es algo que además hace que te encuentres con bastantes especies distintas casi a diario.
Durante los últimos años, la casualidad y la fotografía me pusieron en contacto con un grupo de cetreros que no sólo son unas grandes personas sino que también me han enseñado a observar aún mejor y distinguir (en lo posible) los pájaros que me encuentro por el camino. Uno no puede imaginarse la cantidad de animales que nos perdemos de observar si no enseñamos a nuestros ojos a mirar con detalle.
Por si todo lo anterior no fuera suficiente, hace unos meses me mudé a Colombia, el país con más variedad de aves del mundo, con más de 1800 especies distintas contabilizadas, desde los más pequeños colibríes hasta el enorme cóndor, el ave más grande que existe. Este es sin duda alguna el lugar indicado para los amantes de las aves y birdwatchers, y ni qué decir tiene las mañanas y tardes que paso fotografiando u observando estos animales.
Desde que llegué no sé decir cuántos tipos diferentes he podido ver, de algunos he logrado atesorar gran cantidad de instantáneas, pero otros han sido más rápidos que la cámara y se escabullen una y otra vez. ¿Mi preferido? sin duda el colibrí, esa diminuta mezcla de ave y criatura de cuentos que continuamente debo explicar a los Colombianos que no abunda por todo el mundo como algunos creen; resulta hiptónico verles buscar de flor en flor el néctar mientras defienden con gran esmero y a veces malas pulgas, lo que suponen su territorio. Creo que aún pasará mucho tiempo hasta que deje de perseguirlos con mi cámara como una loca que jamás los hubiera visto.
Aquí hay solo una pequeña muestra de por qué si se es amante de las aves y la naturaleza, vale la pena visitar este Colombia al menos una vez en la vida.
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